Fabricio Rodríguez*
En 2022, de acuerdo al Foro Mundial de Bioeconomía, se anticipa el lanzamiento de la “Estrategia Nacional China para la Bioeconomía Circular” (World Bioeconomy Forum, 2020). Surge entonces la pregunta sobre la racionalidad que fundamentará el concepto oficial chino de ‘bioeconomía’ y el rol que ésta jugará en el marco de la Franja y la Ruta para América Latina.
La bioeconomía es un concepto que propone redefinir la relación sociedad-naturaleza frente a un escenario global de grandes retos. Etimológicamente, el concepto de bioeconomía se deriva de ‘bios’ que a través del tiempo ha adquirido el significado de ‘vida,’ haciendo referencia a la ‘vida orgánica’ más que a un ‘modo de vida’ en un sentido socio-cultural. Éste último elemento se refleja en el vínculo entre ‘bios’ y ‘economía,’ en donde la noción de ‘economía’ está comúnmente asociada a la ‘administración’ o ‘manejo’ racional del ‘entorno'. Por tanto, es precisamente la racionalidad prevalente en el concepto de bioeconomía lo que pretendo discutir.
El primer científico en acuñar el concepto de ‘bioeconomía’ fue Nicholas Georgescu-Roegen (1977), quien plantea las características biofísicas del planeta como parámetro limítrofe del crecimiento económico. En esta lógica, la actividad económica, para ser sostenible, tiene que moverse de forma supeditada a la ecología y no al contrario. Sin embargo, la aparición de nuevas agendas de bioeconomía vislumbran el uso de biomasa (caña, maíz, soja, algas, madera, etc.) y residuos de biomasa como una fuente renovable de energía y materiales industriales como vía para mantener el crecimiento económico en marcha, sin mayor énfasis los límites planetarios. Esta visión para una economía “verde” responde a un optimismo tecno-científico, que busca reingeniar los principios y tiempos de reproducción orgánica a través de distintos tipos de biotecnología, al tiempo que la economía global se desvincula de la magna contaminación causada por el uso tóxico y desmesurado de sustancias petroquímicas.
Aunque todavía no haya una estrategia oficial de bioeconomía, el involucramiento de China en el desarrollo acelerado de biotecnologías es colosal. A finales de 2019, el estado Chino invirtió el equivalente al 2,2% del producto interno bruto (PIB) en ciencia y tecnología (CN¥ 2,2 billones de yuanes chinos), una cifra que superan solamente los Estados Unidos. Una parte significativa de estas inversiones se canalizaron al sector de biotecnología, donde varias compañías e institutos de investigación trabajan intensamente en el desarrollo y la comercialización de nuevas capacidades para leer y editar códigos genéticos a través de la biología sintética, la ingeniería metabólica, la producción de células inteligentes, y otros procesos asistidos por inteligencia artificial (Schmid & Xiong, 2021).
América Latina, por su parte, es una región mega diversa, con amplias capacidades de producción primaria y residual de biomasa, y cuenta con ecosistemas de importancia global para la fijación de carbono. Y aunque países como Brasil cuentan con una base de innovación propia en materia de biotecnología, particularmente en el sector de la agroindustria, las capacidades humanas y tecnológicas para entender y tomar posición frente a las oportunidades y riesgos de la bioeconomía son limitadas, como lo nota un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Rodríguez et al., 2019). Por tanto, es de esperarse que la biotecnología, tarde o temprano, se proyecte o intensifique como pilar de cooperación interregional para China y América Latina.
Sin embargo, el vínculo entre la bioeconomía, la biotecnología y la sostenibilidad no es automático ni directo, especialmente si la biotecnología parte de una racionalidad de “conocimiento extractivo” (Backhouse, 2021). Por ejemplo, la aplicación temprana de biotecnología para el desarrollo de soja transgénica en el Brasil de los años 70, ha terminado incrementado la expansión a gran escala de monocultivos en los sensibles ecosistemas del Cerrado y la Amazonía (Sauer & Oliveira, 2021; Wilkinson et al., 2016). Éstos afectan negativamente todas las formas de vida y subsistencia in situ, debido al uso a gran escala de herbicidas, pesticidas y maquinarias que reemplazan la mano de obra campesina y agudizan en lugar de aliviar los problemas socio-ecológicos que la bioeconomía propone resolver: desvincular la actividad económica del sobreuso de recursos naturales, reducir sustancialmente las emisiones de carbono, y mejorar las condiciones de vida y empleo en áreas rurales.
En este contexto, y aunque China aún no haya establecido operaciones formales en materia de bioeconomía con América Latina, sus impactos son mucho más visibles que sus contribuciones. Como he documentado en otros espacios, las importaciones de petróleo que realizan las empresas estatales chinas contribuyen a la expansión de la base petroquímica de la economía global en lugar de reducirla. Así mismo, la creciente demanda de soja como fuente de proteína vegetal para alimentar animales de consumo humano refuerza la producción no-sostenible de biomasa así como los síntomas negativos de una problemática agraria preexistente en la región (Rodríguez, 2021).
¿Cuáles serán entonces los principios que moldeen la estrategia nacional de China en materia de bioeconomía y su lazo socio-cultural y tecnológico con América Latina? La Franja sinuosa llevaría a la problemática reproducción del paradigma economizador de la vida misma. La Ruta emergente buscaría la reconexión armónica entre sociedad y naturaleza para alcanzar la prosperidad duradera: una idea bastante enraizada en el concepto ancestral de ‘civilización ecológica’ y en la pluralidad de cosmovisiones de lo que hoy denominamos ‘América Latina’.
*Dr. Fabricio Rodríguez, Investigador en el Grupo Bioeconomía y Desigualdades Globales del Instituto de Sociología de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, financiado por el Ministerio Federal de Educación y Ciencia de Alemania. Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Friburgo, Alemania. Correo electrónico: fabricio.rodriguez@uni-jena.de
Agradezco a la Prof. Dr. Rosa Lehmann (Heidelberg Center for Ibero-American Studies, Universidad de Heidelberg) por valiosas conversaciones sobre el tema de esta contribución.
El contenido de este artículo es de responsabilidad exclusiva de su autor y no compromete la postura de SG-FLACSO.
Referencias
Backhouse, M. (2021). Global Inequalities and Extractive Knowledge Production in the Bioeconomy. In M. Backhouse, Rosa Lehmann, Kristina Lorenzen, Janina Puder, Malte Lühmann, Fabricio Rodríguez, & Anne Tittor (Eds.), Bioeconomy and Global Inequalities. Socio-Ecological Perspectives on Biomass Sourcing and Production (pp. 25–44). Palgrave Macmillan. https://doi.org/10.1007/978-3-030-68944-5_2
ECLAC. (2019). Towards a sustainable bioeconomy in Latin America and the Caribbean: Elements for a regional vision (Natural Resources and Development No. 191).
Georgescu-Roegen, N. (1977). Inequality, Limits and Growth from a Bioeconomic Viewpoint. Review of Social Economy, 35(3), 361–375. https://doi.org/10.1080/00346767700000041
Rodríguez, A.G., Rodrigues, M. y Sotomayor, O. (2019). Hacia una bioeconomía sostenible en América Latina y el Caribe: elementos para una visión regional, (serie Recursos Naturales y Desarrollo), N° 191 (LC/TS.2019/25), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). http://hdl.handle.net/11362/44640
Rodríguez, F. (2021). Contested Resources and South-South Inequalities: What Sino-Brazilian Trade Means for the “Low-Carbon” Bioeconomy. In M. Backhouse, Rosa Lehmann, Kristina Lorenzen, Janina Puder, Malte Lühmann, Fabricio Rodríguez, & Anne Tittor (Eds.), Bioeconomy and Global Inequalities. Socio-Ecological Perspectives on Biomass Sourcing and Production (pp. 265–285). Palgrave Macmillan. https://doi.org/10.1007/978-3-030-68944-5_13
Sauer, S., & Oliveira, K. R. (2021). Agrarian extractivism in the Brazilian Cerrado. In B. McKay, A. Alonso-Fradejas, & A. Ezquerro-Cañete (Eds.), Agrarian Extractivism in Latin America (pp. 63–84). Routledge.
Schmid, R. D., & Xiong, X. (2021). Biotech in China 2021, at the beginning of the 14th five-year period (“145”). Applied Microbiology and Biotechnology, 105(10), 3971–3985. https://doi.org/10.1007/s00253-021-11317-8
Wilkinson, J., Wesz Junior, V. J., & Lopane, A. R. M. (2016). Brazil and China: The agribusiness connection in the Southern Cone context. Third World Thematics: A TWQ Journal, 1(5), 726–745. https://doi.org/10.1080/23802014.2016.1259581
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